As palavras de Blas Piñar, político e escritor espanhol,aqui recortadas de seu discurso para Oficiais e Cadetes do Exército Espanhol sobre a vocação castrense e a ameaça marxista com o título de Elogio y defensa de la vocacion militar,serve perfeitamente ao Brasil atual e às nossas Forças Armadas. É hora de grandes decisões para a sobrevivência da Nação nos moldes em que foi criada pelos nossos antepassados. "O gigante está a ponto de ser escravizado pelos anões" Os negritos são meus:
Vosotros, Oficiales, Caballeros cadetes, tenéis una vocación noble, estáis cumpliendo con un altísimo deber y sois, en última instancia, los ejecutores de una paz verdadera, no entendida como paz de los sepulcros, sino como la paz de Dios, la que defienden los hombres que están dispuestos a que su país no sea ultrajado, la que, como alguien ha escrito, vigila las vides y los olivos con la sombra pujante de las espadas.
Por eso, el derecho y la fuerza son, a un tiempo, necesarios. Esta sin aquél no es otra cosa que tiranía. Pero aquél sin ésta sólo sirve para su escarnio
Al Ejército hay que entenderlo y amarlo. Es preciso descubrir la entraña de la vocación castrense y percibir sin vacilaciones que la existencia militar no es una manera de estar o de pensar, sino una plena forma de ser.
El Ejército, en frase de Jorge Vigón, en “Milicia y política”,es la «única armadura sólida de un orden social cualquiera», de tal modo que cuando la revolución bolchevique aniquiló el ejército ruso, inmediatamente organizó el ejército rojo, sin el cual no subsistiría el comunismo
Pero si el Ejército es el gran agente formativo del espíritu nacional, ello se debe a que al mismo corresponde, junto al adiestramiento castrense de la juventud, su adiestramiento social,inculcándola el sentido de la Patria y del Estado.
La eficacia del cuadro de oficiales y el cumplimiento de su doble misión, adiestramiento castrense y formación del espíritu nacional, se halla en función de las virtudes militares que posea.La vida militar, ha escrito Azorín, es espíritu, y sin tal espíritu, que las virtudes castrenses vigorizan,las fuerzas armadas serían como una espada sin temple o un cuerpo sin alma.
Cuando el Estado pierde el sentido de su misión, cuando deja de creer en la filosofía política que le dio nacimiento y fuerza, empieza a adquirir un complejo de inferioridad, inicia una etapa de disimulo, utiliza un idioma contradictorio y débil, abdicante y enfermizo, deja que de nuevo las fuerzas ocultas de la historia, replegadas a sus puntos de partida después de la Victoria, se envalentonen y avancen, pululen y brujuleen.
El gigante está así a punto de ser esclavizado por los enanos.
Pues bien; ¿acaso no debemos preguntarnos, ante la realidad que nos circunda, si el Ejército puede continuar como espectador en los días que nos toca vivir?
Senhores militares brasileiros:a resposta virá ou continuarão como espectadores?